sábado, 23 de mayo de 2009

Brakets Rotos

Hace unos días salimos a buscar un regalo, ya saben: las comuniones. De camino, como siempre que visitamos alguna gran superficie, pasamos por la librería del establecimiento. Tengo que reconocerles que cada vez es más difícil comprarme un libro: prácticamente dejó de interesarme la novela en pos de otros temas que suelen ser tratados de forma menos amena, por lo que he tenido que recurrir a los llamados divulgadores para seguir encontrando satisfacción en la lectura. La que les escribe, no es un secreto, es una apasionada de la palabra; en mi trabajo resulta fundamental concretar el mensaje si quieres mantener el interés del oyente y a la vez dotar “de contenido” a esas pocas palabras. Por supuesto que no siempre consigues ambas cosas, bien por que la actualidad manda, o por que durante la emisión en directo se plantean situaciones que no se prestan a ello.
El otro día, como les decía, vagaba por entre las estanterías buscando algún tema interesante al que hincarle el braket; no sé porqué, pero sabía que ese día no me iría de vacío y ya llevaba dos libros encima cuando lo vi de refilón. Quise pasar de puntillas por su lado, acariciando simplemente la portada: los magníficos y dolorosos momentos se agolparían en los lagrimales, aún sabiendo que la melancolía no te lleva a ningún sitio sano. José María me lo tendió: Si no es para ti este libro, ¿para quién es? Volví a rozar la cubierta con los dedos; decidí cogerlo.
Hace años que no puedo seguir en directo mi programa de radio favorito por que gracias a sus contenidos, básicamente divulgativos, se emite en unos horarios no aptos para madrugadores. Afortunadamente, gracias a ese engendro tecnológico llamado pod cast, puedo seguirlo regularmente, aunque suelo llevar siempre algunas semanas de retraso; por eso no sabía que Silvia Casasola y Fernando Rueda habían escrito un libro homenaje a Juan Antonio Cebrián, como regalo biográfico para todos aquellos “murciélagos” que seguimos su proyecto radiofónico, La Rosa de los vientos, durante tantos años.
Llegados a este punto tienen que saber que los Rosaventeros han llegado a plantar un bosque como homenaje a Cebri, el primer periodista de divulgación medioambiental de este país, y de tantos otros temas, fallecido hace ya un par de años con un micro entre las manos; literalmente.
Pero Juan, como les digo, en el fondo no se ha ido; como prueba, aquí estoy dos años después, dedicándole este recuerdo apasionado, por tantas horas de maestría impartida gratuítamente. Gracias de nuevo, Sir John C’Bryan, por la multitud de conocimientos que me has brindado y las ganas de seguir aprehendiéndolos que en mi has alentado.
Estos días engrosaba también el panteón de mis héroes personales el guitarrista y compositor madrileño Antonio Vega; se extinguía su energía vital después de años empeñados en una realidad que sólo él quería ver. Me hubiera gustado volver a encontrar vida en el brillo de sus ojos. Antonio, gracias por esa Décima de segundo hecha canción, que un día, siendo sólo una niña, hizo que me parara a pensar en abstracto.
Y la verdad es que no quería hablarles de estas cosas; quería gritarles que Obama quiere llevar la paz a Palestina, que la gente se asocia y se mueve, para prestar su ayuda desinteresada a los más necesitados, que, ¿por qué no? tenemos una ministra que dice que no está probado científicamente que un feto de tres meses es un ser humano, ... pero ha acabado saliéndome esto del alma. Gracias por dejarme compartirlo.